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martes, 17 de julio de 2018

13 - Cismas y herejías de los siglos II y III - Los gnósticos


Cismas y herejías de los siglos II y III

A comienzos del siglo II, el cristianismo continuaba sumergido en un ámbito de confusión, controversia y cisma. Una Iglesia ortodoxa dominante, con una  estructura eclesiástica visible, surgió solo gradualmente, y representó un proceso darwiniano de selección natural, una supervivencia de las sectas con mayor número de fieles, centradas en las ciudades más importantes, y de las doctrinas con mejor capacidad de adaptación al ambiente del Imperio Romano.

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Las autoridades eclesiásticas consideran herejía todo
pensamiento o idea que se aparte de sus directrices.
De esta diversidad de doctrinas cristianas provienen las herejías de los siglos II y III. Pero, ¿qué es una herejía? La palabra Herejía tiene origen griego y  significa "elegir", refiriéndose a una elección particular frente al consenso de una comunidad. El concepto de herejía se opone al de ortodoxia, que procede de la palabra griega que significa "enseñanza rígida". Para una religión, una herejía es una doctrina que difiere de la doctrina considerada como verdadera y ortodoxa por las autoridades religiosas de una Iglesia.

En el judaísmo en la época de Jesús, la herejía era ya un concepto maduro y  enérgico. De ahí que, después de la destrucción del Templo de Jerusalén, las autoridades judaicas ortodoxas condenaran al cristianismo como una herejía. La herejía fue pues, otro legado judaico a la Iglesia Cristiana. Los primeros cristianos en incorporar la idea de herejía al cristianismo fueron los judeocristianos de Jerusalén a mediados del siglo I, en los años 50, cuando acusaron a Pablo de hereje  por sostener que se podía ser cristiano sin circuncisión y sin aceptar la ley mosaica. Después de la desaparición de la Iglesia de Jerusalén, hubo muchas variedades de cristianismo,  y las herejías comenzaron a florecer lujuriosamente. Por supuesto, todos los movimientos cristianos llamaban herejes a sus rivales y se consideraban a sí mismos como la verdadera Iglesia y los únicos depositarios de la verdadera doctrina.

Durante los siglos II y III, los principales movimientos cristianos que  compitieron con lo que después sería el cuerpo principal de la Iglesia, fueron los gnósticos, los marcionitas y los montanistas.


Los gnósticos

Los orígenes del gnosticismo no son claros, y no es seguro si el gnosticismo precedió al cristianismo o si se originó de él, pues tenía ideas y mitos de  origen persa e influencias de grupos judíos sincretistas (sincretista quiere decir  que trata de conciliar doctrinas o teorías diferentes). El gnosticismo no fue una  religión independiente, y ya en el siglo II fue fundamentalmente un movimiento en el seno del cristianismo. Los gnósticos, en medio de sus propias rivalidades, acosaron al cuerpo cristiano principal de la Iglesia por todo el mundo mediterráneo, y sus ideas tuvieron especial difusión en Egipto.

Hubo muchas sectas gnósticas, con complejas mitologías que diferían de una secta a otra, pero los elementos fundamentales comunes a todos los gnósticos eran la creencia en un mundo dual donde el bien y el mal estaban en perpetuo combate, y el conocimiento sobrenatural, la "gnosis", que afirmaba poseer una explicación interior y secreta de la verdad, reservada a un número restringido de hombres superiores que poseían una chispa divina e inaccesible a los simples fieles, condenados a vivir en el mundo inferior de los sentidos. Este conocimiento era dado por un ser mítico, el Salvador, quien había venido a este mundo con forma humana, ascendiendo a continuación junto al Padre. Este Salvador se identificaba  generalmente con Jesucristo. Los gnósticos  también creían  en la predestinación, o sea que la salvación o condenación de cada uno depende del destino y no de la conducta ética o del libre albedrío del sujeto. Este tema ha seguido siendo objeto  de controversia a lo largo de toda la historia de la Iglesia.

Image result for gnósticos imagenesEl gnosticismo utilizaba conceptos e ideas de otras religiones y deformaba sus doctrinas creando misterio y misticismo alrededor de sus cultos. De las religiones persas venía la creencia en un dios del bien y un dios del mal, y en la continua guerra entre ambos. El dios del bien era tan remoto que estaba más allá de la comprensión del hombre, y era el dios del mal quien había creado el mundo, identificando a este dios con el Jehová del Antiguo Testamento. Según este argumento, Jesús el Salvador había venido a la Tierra para rescatarla de Jehová. Como es natural, los gnósticos eran decididamente antisemitas. Algunos gnósticos intentaron asimilar al cristianismo a cultos mistéricos como los de Atis, Mitra o Isis, muy populares por esa época en los imperios Romano y Parto. En el siglo II  hubo muchos escritores gnósticos, entre quienes pueden destacarse Saturnino en Antioquía, Basílides en Egipto, y Valentino en Roma. Sin embargo, sus escritos fueron destruidos y solo los conocemos a través de las refutaciones de autores cristianos ortodoxos.

Los gnósticos no constituyeron jamás una mayoría en el seno del cristianismo,  pero parece que tuvieron una difusión lo suficientemente grande como para poner en peligro la cohesión de las comunidades locales en casi todo el Imperio Romano.  Las Iglesias locales no tenían aún un sistema teológico sólido que oponer al pensamiento gnóstico, por lo cual podían perder a sus miembros que tuvieran   inquietudes intelectuales y que reflexionaran sobre su fe. La Iglesia reaccionó  lentamente, pero en la segunda mitad del siglo II esta reacción fue uno de los  motores que impulsaron la maduración intelectual del cristianismo.

CAPÍTULO SIGUIENTE: Los cristianos marcionistas y montanistas

Los capítulos publicados hasta ahora se pueden consultar en el Indice de capítulos publicados.

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