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domingo, 6 de marzo de 2016

10 - Rebelión en Judea y rompimiento definitivo entre judaísmo y cristianismo



Rebelión en Judea y rompimiento definitivo entre judaísmo y cristianismo

Busto del emperador Adriano
Durante el reinado del emperador Adriano (117-138), el cristianismo había tenido una expansión considerable, se había independizado del judaísmo, pero aún era una secta sin peso en la sociedad de los imperios Romano y Parto, y su existencia carecía de importancia para los hombres de estado, si se exceptúan esporádicas persecuciones en ciudades aisladas. Por entonces, la diferencia entre  cristianismo y judaísmo ya era clara entre los romanos paganos, como lo era el hecho de que esas religiones hermanas eran  cada vez más hostiles una frente a la otra. En parte por esta razón, en tiempos del emperador Adriano los cristianos fueron considerados con ojos más favorables, pues los judíos se rebelaron nuevamente contra Roma.

Judea en el siglo I
En Judea subsistía la agitación, las viejas esperanzas mesiánicas y un permanente resentimiento por la destrucción del Templo de Jerusalén en el año 70. En el año 131, el emperador Adriano inició la construcción de una nueva ciudad, Aelia Capitolina, sobre las ruinas de Jerusalén y la construcción de un templo a Júpiter sobre las ruinas del Templo. Ante este sacrilegio, los judíos que quedaban en esa tierra se lanzaron a una nueva y más  feroz rebelión que la del siglo anterior, liderados por Bar-Kokhba ("hijo de una estrella"), a quien los rabinos proclamaron el Mesías. La guerra se inició en el año 132 y los judeo-cristianos fueron atacados por los judíos al reusarse a luchar contra las legiones romanas.

Fue una lucha feroz e inútil que duró tres años; los romanos llevaron a Judea un ejército aún mayor que el que había comandado Tito en el siglo anterior, compuesto por fuerzas de 12 legiones. Cientos de miles de judíos murieron en la guerra o fueron ejecutados, incluyendo a Bar Kokhba. Los que sobrevivieron fueron vendidos como esclavos o expulsados definitivamente de Judea, empezando su larga pesadilla de casi dos mil años, reducidos a una odiada minoría sin nación, despreciados y muertos en todas partes. Adriano prohibió bajo pena de muerte la entrada de judíos a Jerusalén y, para borrar cualquier vestigio de la nación judía, incluso cambió el nombre de la región por el de Palestina. Hasta el siglo V no pudieron regresar los judíos allí para llorar una vez al año la pérdida de la ciudad santa, y solo hasta 1948 fundaron de nuevo un Estado Judío, el moderno Israel.


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