La destrucción del Templo de Jerusalén
Maqueta del Templo de Jerusalén construido por Herodes el Grande |
Judea seguía
siendo una provincia turbulenta, pero desde el año 41 el emperador Claudio nombró rey de Judea a su amigo
Herodes Agripa (sobrino de Herodes Antipas), otorgándole cierto grado de autonomía. Herodes fue un buen gobernante,
alcanzó popularidad entre los judíos y Judea fue próspera como en los tiempos
de Salomón por breve tiempo, pues su reinado terminó con su muerte tres años
mas tarde, en el 44. Dejó un hijo
adolescente (Herodes Agripa II) a quien Claudio no quiso confiar el difícil
trono de Judea, y solo gobernó sobre algunas regiones del país. La mayor parte
de la tierra fue nuevamente convertida en provincia y gobernada por procuradores
romanos.
Desde mediados del
año 50, la agitación creció en Palestina. Los extremistas antirromanos entre
los judíos, llamados los "zelotas", fanáticos de la fe judía,
imponían un clima de terror que afectaba y presionaba a los dirigentes judíos
acusándolos de blandos. Las esperanzas mesiánicas de los judíos se agudizaron y
ya no estaban dispuestos a transigir en cuestiones religiosas; se oponían a
toda forma de homenaje que pudiera concebirse como culto al Emperador o a
cualquiera de los símbolos del Imperio, y glorificaban a los Macabeos y su
triunfante rebelión contra Antíoco IV en defensa de su religión. Esta intolerancia y el terror zelota atemorizaban
a los cristianos de la ciudad empujándolos hacia el judaísmo. Pablo fue víctima
de esta intolerancia cuando regresó a Jerusalén, fue arrestado y permaneció
preso por varios años.
En el año 62,
la Iglesia de Jerusalén sufrió un duro golpe, al ser condenado y ejecutado
Santiago, hermano de Jesús y cabeza de la Iglesia, acusado de "transgredir
la ley" a instancias de los zelotas y del sumo sacerdote Anás. Lo substituyó
Simeón, primo de Jesús; pero aunque éste pertenecía a la dinastía mesiánica, no
tenía el carisma y la autoridad personal de Santiago para dirigir su comunidad
a través de los tiempos difíciles que siguieron.
La agitación
en Judea siguió aumentando, y solo hacía falta una chispa para iniciar el
incendio de una rebelión. En el año 66 estallaron disturbios y motines en
Cesaréa y Jerusalén, por rumores de que el procurador romano iba a apropiarse el tesoro del Templo. Los zelotas
encabezaron las revueltas y se apoderaron del Templo y luego de Jerusalén,
expulsando la guarnición romana.
Todo el país
se unió a la revuelta, cuya intensidad tomó a los romanos por sorpresa, y las
tropas locales no pudieron dominarla. El emperador Nerón comprendió que tenía
que enfrentar una rebelión importante y en el año 67 envió tres legiones a
Antioquía bajo el mando de Vespaciano, el mejor general romano de la época.
Vespaciano
llevó su ejército hacia el sur, ocupando Galilea. En el 68 se dirigió a Judea
ocupando la región lenta pero metódicamente, pues los judíos luchaban hasta la
muerte, y a mitad de año pareció que tenían alguna oportunidad, pues en Roma
fue derrocado el emperador Nerón, quien se suicidó antes de esperar su
ejecución. Siguió un período de anarquía durante el cual tres generales romanos
se apoderaron del trono, uno tras otro. Vespaciano marchó hacia Roma tras
ser proclamado emperador por los
ejércitos de Judea y Egipto y en el año 70 derrotó a sus rivales y se convirtió
efectivamente en emperador.
Incendio y destrucción del Templo de Jerusalén |
En la
rebelión judía contra Roma los cristianos no tomaron parte; ya tenían su
Mesías, predicaban la no violencia, debían ofrecer la otra mejilla, amar a los
enemigos y dar al César lo que era del César.
Los judíos cristianos creyeron que la rebelión señalaba el comienzo del fin
y que anunciaba el retorno del Maestro. Siguieron las palabras de Jesús, que al
hablar de los días finales había dicho: "los que se hallen por entonces en
Judea que huyan a las montañas".
Así, la mayor parte de los judeocristianos
huyeron a Transjordania para escapar de los zelotas y de los romanos, y no
participaron en la defensa de Jerusalén. Esto
hizo que los judíos que sobrevivieron rechazaran el cristianismo y ya no
hubo más conversos entre ellos. No aceptaron a Jesús como el Mesías y el
cristianismo judío se extinguió. El cristianismo se hizo totalmente gentil y la
nueva religión se alejó cada vez más de
sus orígenes judíos.
CAPÍTULO SIGUIENTE: Los Evangelios
Los capítulos publicados hasta ahora se pueden consultar en el Indice de capítulos publicados.
CAPÍTULO SIGUIENTE: Los Evangelios
Los capítulos publicados hasta ahora se pueden consultar en el Indice de capítulos publicados.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario