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miércoles, 10 de febrero de 2016

7 - La destrucción del Templo de Jerusalén



La destrucción del Templo de Jerusalén

Maqueta del Templo de Jerusalén construido por Herodes el Grande
Mientras Pablo fundaba Iglesias cristianas por todo el Mediterráneo Oriental, la Iglesia cristiana de Jerusalén dirigida por Santiago, hermano de Jesús, se acercaba más al judaísmo, y competía activamente con Pablo y los discípulos helenistas enviando evangelistas a las ciudades de la diáspora. El centro de su culto seguía siendo el Templo de Jerusalén, por lo cual el cristianismo judío tenía su destino atado al de esta ciudad y al de Judea.

Judea seguía siendo una provincia turbulenta, pero desde el año 41 el emperador  Claudio nombró rey de Judea a su amigo Herodes Agripa (sobrino de Herodes Antipas), otorgándole cierto grado  de autonomía. Herodes fue un buen gobernante, alcanzó popularidad entre los judíos y Judea fue próspera como en los tiempos de Salomón por breve tiempo, pues su reinado terminó con su muerte tres años mas  tarde, en el 44. Dejó un hijo adolescente (Herodes Agripa II) a quien Claudio no quiso confiar el difícil trono de Judea, y solo gobernó sobre algunas regiones del país. La mayor parte de la tierra fue nuevamente convertida en provincia y gobernada por procuradores romanos.

Desde mediados del año 50, la agitación creció en Palestina. Los extremistas antirromanos entre los judíos, llamados los "zelotas", fanáticos de la fe judía, imponían un clima de terror que afectaba y presionaba a los dirigentes judíos acusándolos de blandos. Las esperanzas mesiánicas de los judíos se agudizaron y ya no estaban dispuestos a transigir en cuestiones religiosas; se oponían a toda forma de homenaje que pudiera concebirse como culto al Emperador o a cualquiera de los símbolos del Imperio, y glorificaban a los Macabeos y su triunfante rebelión contra Antíoco IV en defensa de su religión. Esta  intolerancia y el terror zelota atemorizaban a los cristianos de la ciudad empujándolos hacia el judaísmo. Pablo fue víctima de esta intolerancia cuando regresó a Jerusalén, fue arrestado y permaneció preso por varios años.

En el año 62, la Iglesia de Jerusalén sufrió un duro golpe, al ser condenado y ejecutado Santiago, hermano de Jesús y cabeza de la Iglesia, acusado de "transgredir la ley" a instancias de los zelotas y del sumo sacerdote Anás. Lo substituyó Simeón, primo de Jesús; pero aunque éste pertenecía a la dinastía mesiánica, no tenía el carisma y la autoridad personal de Santiago para dirigir su comunidad a través de los tiempos difíciles que siguieron.

La agitación en Judea siguió aumentando, y solo hacía falta una chispa para iniciar el incendio de una rebelión. En el año 66 estallaron disturbios y motines en Cesaréa y Jerusalén, por rumores de que el procurador romano iba a  apropiarse el tesoro del Templo. Los zelotas encabezaron las revueltas y se apoderaron del Templo y luego de Jerusalén, expulsando la guarnición romana.

Todo el país se unió a la revuelta, cuya intensidad tomó a los romanos por sorpresa, y las tropas locales no pudieron dominarla. El emperador Nerón comprendió que tenía que enfrentar una rebelión importante y en el año 67 envió tres legiones a Antioquía bajo el mando de Vespaciano, el mejor general romano de la época.

Vespaciano llevó su ejército hacia el sur, ocupando Galilea. En el 68 se dirigió a Judea ocupando la región lenta pero metódicamente, pues los judíos luchaban hasta la muerte, y a mitad de año pareció que tenían alguna oportunidad, pues en Roma fue derrocado el emperador Nerón, quien se suicidó antes de esperar su ejecución. Siguió un período de anarquía durante el cual tres generales romanos se apoderaron del trono, uno tras otro. Vespaciano marchó hacia Roma tras ser  proclamado emperador por los ejércitos de Judea y Egipto y en el año 70 derrotó a sus rivales y se convirtió efectivamente en emperador.

Incendio y destrucción del Templo de Jerusalén
Su hijo Tito continuó la tarea de recuperar Judea para el Imperio. En el año 70 Jerusalén fue sitiada, tomada y el Templo fue  destruido, después de seis siglos de existencia y mil años después de que Salomón construyese el primer Templo. Según crónicas de la época, murieron un millón y medio de judíos y hubo una nueva y desesperada diáspora. Judea quedó devastada, Jerusalén en ruinas, el sacerdocio fue abolido y una legión romana se estableció permanentemente en el país. Del templo solo quedaron las ruinas de un muro, que hoy se conoce como el Muro de las Lamentaciones.

En la rebelión judía contra Roma los cristianos no tomaron parte; ya tenían su Mesías, predicaban la no violencia, debían ofrecer la otra mejilla, amar a los enemigos y dar al César lo que  era  del César.  Los  judíos  cristianos creyeron  que la rebelión señalaba el comienzo del fin y que anunciaba el retorno del Maestro. Siguieron las palabras de Jesús, que al hablar de los días finales había dicho: "los que se hallen por entonces en Judea que huyan a las montañas".

Así, la mayor parte de los judeocristianos huyeron a Transjordania para escapar de los zelotas y de los romanos, y no participaron en la defensa de Jerusalén. Esto  hizo que los judíos que sobrevivieron rechazaran el cristianismo y ya no hubo más conversos entre ellos. No aceptaron a Jesús como el Mesías y el cristianismo judío se extinguió. El cristianismo se hizo totalmente gentil y la nueva religión se alejó cada vez más de  sus orígenes judíos.



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