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jueves, 14 de enero de 2016

3 - Jesús de Nazaret



Jesús

Todo lo que sabemos hoy en día de la vida de Jesús y del primer siglo del cristianismo, proviene únicamente de los Evangelios y otros escritos cristianos.  En el Imperio Romano del siglo I, los cristianos eran una insignificante secta oriental y pasaron desapercibidos para los historiadores de la época. La primera referencia al cristianismo la describe Tácito hacia el año 100, con motivo de la  persecución ordenada por Nerón contra los primeros cristianos, cuando fueron acusados de causar el incendio que destruyó Roma en el año 64. El nacimiento de Jesús, durante el reinado del emperador Augusto, así como su vida y  crucifixión durante el reinado del emperador Tiberio, pasó totalmente inadvertida para los habitantes del Imperio romano, con excepción de la lejana provincia de Judea, donde Jesús predicó.

Se llama Evangelios a los textos que exponen la vida y enseñanzas de Jesús. Existen más de treinta evangelios, pero solo los cuatro más antiguos forman parte de la Biblia. Estos cuatro evangelios fueron escritos a finales del siglo I después del incendio de Roma. Los demás evangelios, conocidos como evangelios apócrifos, fueron escritos en el siglo II o después. El tema de cómo, cuándo y dónde se escribieron estos textos será tratado en un capítulo posterior.

Durante los años transcurridos desde su muerte y hasta finales del siglo I, las enseñanzas y la vida de Jesús se transmitieron oralmente, con las  alteraciones y contradicciones naturales que las tradiciones orales conllevan. Los Evangelios mismos fueron modificados a lo largo de los siglos, de la copia de un manuscrito a la siguiente, y las versiones más antiguas conocidas actualmente provienen del siglo IV. En consecuencia, los textos que han llegado a nosotros, 2.000 años  después, no son tan completos ni precisos como quisieran los historiadores, pero permiten reconstruir y delinear algunos aspectos esenciales de la vida de Jesús.

El origen de Jesús (forma griega de Josué) no es claro. La poesía de los relatos de Navidad dice que Jesús nació en Belén, pequeña ciudad situada al sur de Jerusalén. Varios historiadores consideran que Jesús nació realmente en la aldea galilea de Nazareth, y era conocido como "el nazareno" o "el galileo".  Las profecías judías decían que Belén sería el lugar de nacimiento del Mesías, puesto que mil años antes había sido el lugar de nacimiento del rey David, y es posible que sus seguidores en el siglo I hayan adaptado su nacimiento a estas profecías. Su nacimiento se estima que fue entre los años 9 y 4 a.C. Es extraño decir que Jesús  nació de nueve a cuatro años "antes de Cristo", pero esto se debe a un error de un monje sirio, Dionisio Exiguo, quien alrededor del año 535 d.C. argumentó que Jesús había nacido en el año 753 A.U.C. (753 años después de la fundación de  Roma), error que fue corregido siglos después, cuando ya era inconveniente cambiar la numeración de los años de la era cristiana. De la cronología de la vida de Jesús, los historiadores solo admiten como seguro que apareció en público alrededor del año 29 d.C.  Se desconoce la duración de su vida pública, que probablemente osciló entre 1 y 3 años.

Los evangelios no hacen mención a la vida de Jesús antes de iniciar su predicación, excepto por una breve mención en el Evangelio de Lucas a una visita con sus padres al Templo de Jerusalén cuando Jesús tenía 12 años. Jesús inició su predicación aproximadamente a los 30 años de edad, lo cual quiere decir que no se sabe nada de la mayor parte de su vida. Su infancia posiblemente transcurrió en Nazaret con sus padres, sus hermanos y sus hermanas. Para la gran mayoría de cristianos es una sorpresa que los historiadores hablen de hermanos y hermanas de Jesús de Nazaret, pero éstos son mencionados varias veces en los evangelios (dos veces en el Evangelio de Mateo, dos en el Evangelio de Marcos, una en el Evangelio de Lucas y dos en el Evangelio de Juan) y en los Hechos de Los Apóstoles. Dado que la existencia de hermanos carnales de Jesús de Nazaret entra en contradicción con el dogma de la virginidad perpetua de la Virgen María, que mantienen la Iglesia Católica y otras confesiones cristianas, éstas prefieren llamar “primos” o “hermanastros” a los hermanos de Jesús. Su vida pública se inició cuando se reunió en el desierto con el predicador llamado Juan el Bautista, quien predicaba a todos los judíos un arrepentimiento seguido de un baño purificador que aseguraba el perdón divino en el Juicio Final que ya se avecinaba.

Después del arresto de Juan el Bautista hacia el año 28, durante el reinado del emperador  Tiberio, Jesús cesó de bautizar y cambió su predicación; en lugar de llevar hacia  el desierto a las muchedumbres arrepentidas para bautizarlas, como hacía Juan, les llevó un mensaje liberador que, mediante el amor al prójimo sin discriminación de raza, condición social o nacionalidad, ofrecía a todos de manera inmediata la posibilidad de vivir en paz con Dios; reducía las exigencias de la Ley judía al amor a Dios y enseñaba que el amor a Dios se lleva a cabo a través del amor al prójimo; "Haced a los demás lo que queréis que os hagan a vosotros mismos... Un mandamiento nuevo os doy, y es que os améis los unos a los otros como Yo os he amado." La fe era algo esencial para estar con Dios. Para Jesús, tener fe era tener total confianza en Dios, y no la aceptación intelectual y ciega de doctrinas sobre la naturaleza de Dios, como posteriormente se vino a considerar cuando el cristianismo se transformó en una religión.

Predicación de Jesús
Este mensaje audaz, proclamado ante multitudes, iba acompañado de curaciones espectaculares  que causaban  una gran impresión entre aquellas gentes sencillas para las que la enfermedad era una maldición sin esperanza. Jesús tenía una personalidad magnética y hacía uso desinteresado de su poder para curar. La gente veía en ello una confirmación de su mensaje y sus enseñanzas adquirieron gran popularidad.

Algunos de sus discípulos y seguidores empezaron a afirmar que él era el Mesías que el pueblo esperaba. Se le empezó a llamar así y además Hijo de Dios,  Salvador, Rabbi, hijo de David, Hijo del Hombre, etc. Posiblemente Jesús no se atribuyó personalmente ninguno de esos títulos, pero aceptó que la gente los utilizara para caracterizarlo, seguramente con la convicción de que lo importante era que su mensaje fuera aceptado por el mayor número posible de personas. Jesús tenía la seguridad de desempeñar un papel único en lo que él llamaba el Reino de Dios ya presente.

Jesús reunió un grupo de discípulos devotos a los que instruyó con cuidado para que difundieran sus palabras. De éstos, doce lo acompañaron en su predicación y se conocen como los doce apóstoles. Ellos fueron, en orden de elección:
    Simón, renombrado por Jesús como Pedro o Simón Pedro.
    Jacobo, hijo de Zebedeo, conocido en español como Santiago el Mayor.
    Andrés, hermano de Pedro y exdiscípulo de Juan el Bautista.
    Juan, el menor de los doce, también hijo de Zebedeo
    Felipe de Betsaida
    Bartolomé, hijo de Talemai, llamado también Natanael de Caná.
    Tomás, también llamado Dídimo o Mellizo.
    Mateo, el publicano o recaudador de impuestos, llamado también Leví.
    Jacobo, hijo de Alfeo, conocido en español como Santiago el Menor.
    Judas Tadeo.
    Simón el Cananeo, el Zelote (guerrillero).
    Judas Iscariote. A causa de su traición a Jesús, se ahorcó y fue remplazado por Matías.
    Matías, el sucesor de Judas, elegido a la suerte en el Monte de la sangre.
Todos ellos eran galileos con excepción de Judas Iscariote, quien se presume era de Judea.

La predicación de Jesús no tenía el propósito de crear una nueva secta o religión; Él y sus discípulos fueron judíos devotos y no se apartaron de los mandatos del judaísmo. Sus célebres palabras "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia", del evangelio de San Mateo, son el principal argumento que ha esgrimido la Iglesia Católica para atribuir a Jesús su fundación. Pero Jesús y sus discípulos (mientras Él vivió) fueron "pescadores de hombres" y nunca se preocuparon por teología, ceremonias, sacramentos, sacerdocio, organización jerárquica, etc. En los evangelios, la palabra “iglesia” no debe entenderse como una institución actual o futura, ni como un edificio dedicado al culto a Dios. El antiguo equivalente semítico de la palabra "iglesia" o "ekklesia" designaba la reunión general del pueblo judío ante Dios.

Los sacerdotes judíos veían con irritación y celos como Jesús atraía cada vez a más gente, y aunque Jesús predicaba una doctrina de rechazo a la violencia, les preocupaba que pudieran presentase problemas con los romanos por un brote de mesianismo, pues el nuevo procurador romano, Poncio Pilatos, había dado muestras claras de que ahogaría en sangre cualquier revuelta.

Mapa de los lugares donde vivió Jesús
En el año 29 o 30, Jesús viajó a Jerusalén a celebrar allí la Pascua, donde una multitud lo aclamó como el Mesías esperado. Las autoridades religiosas lo hicieron arrestar calladamente para que no estallaran revueltas entre sus seguidores, con la complicidad de Judas, uno de sus discípulos. Fue llevado ante el procurador romano Poncio Pilatos y ante el rey judío Herodes Antipas (hijo y sucesor de Herodes el Grande), y fue acusado de traición a Roma, pues para los romanos, quien se considerase mesías era como si se considerase rey de los judíos, y solo el emperador tenía derecho a nombrar reyes. Por ello Jesús recibió el trato habitual que recibían los traidores según la ley romana, y fue crucificado como un rebelde más.


Después de la crucifixión de Jesús, sus discípulos huyeron y se ocultaron para  escapar de la persecución. El fracaso parecía completo, pues Jesús no dejaba tras de sí ni escritos ni grupo organizado, y su mensaje quedaba desacreditado por su muerte. Sin embargo, los discípulos dispersos y desanimados fueron arrancados de  sus escondites, según su propio relato, por misteriosas apariciones de Jesús que los exhortaba a reemprender la obra interrumpida, afirmándoles que había vencido a la muerte. Numerosos discípulos reemprendieron con nuevo ánimo la divulgación del mensaje de Jesús y el relato de su resurrección. El impulso inicial estaba dado y de allí las palabras de Jesús se extenderían por todo el Imperio Romano.



CAPÍTULO SIGUIENTE:   Los primeros años del cristianismo

 
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