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martes, 19 de enero de 2016

4 - Los primeros años del cristianismo

Los Primeros años del Cristianismo


No se sabe mucho de la historia de estos primeros años del cristianismo. Los primeros capítulos del libro de los Hechos de los  Apóstoles proporcionan  información limitada pero inapreciable sobre los inicios de la Iglesia en Jerusalén, una vez extraído el contenido de valor histórico.

Los antiguos discípulos de Jesús fueron poco a poco juntándose en Jerusalén, donde, con  nuevos conversos y miembros de la familia de Jesús, formaron una comunidad con el carácter de una secta judía más. Sus integrantes aún se orientaban hacia el culto judío y al Templo de Jerusalén, a donde asistían diariamente. La comunidad se dedicó principalmente a la predicación a los judíos habitantes de Jerusalén o a los que llegaban en peregrinación al Templo. Aunque las apariciones del Resucitado les habían infundido nuevos bríos, la crucifixión en sí de Jesús hizo que los discursos evangélicos cambiaran de contenido con respecto a los de Jesús. Su punto de partida era la resurrección, pues querían resaltar que la muerte no había derrotado a su Maestro, que se había  levantado de la tumba tres días después de la crucifixión, había hablado con ellos, y luego se había elevado a los cielos de donde retornaría ("El segundo Advenimiento") el día del Juicio, que era inminente. El mensaje de las predicaciones era ahora "arrepentíos y recibid el bautismo", lo cual era un regreso a las enseñanzas de Juan el Bautista.

Discípulos de Jesús

Esta Iglesia embrionaria adaptó al mensaje de Jesús el bautismo y la conmemoración de la última cena con los discípulos en ritos periódicos, y otorgó un lugar central a la afirmación  de que Jesús era el Mesías, mas que el Profeta o el nuevo Moisés. Para probar lo anterior, contaron relatos sobre su nacimiento que estaban de acuerdo con las profecías mesiánicas, se dijo que era descendiente del rey David y que había nacido en Belén de una virgen. Pero no era meramente un Mesías  humano, un rey que restauraría la monarquía judía; era un Mesías divino, el Hijo de Dios, cuyo Reino estaba en el Cielo.

La comunidad de Jerusalén también reconoció a los doce principales discípulos de Jesús una autoridad particular, la de "apóstoles", a los que se debía una obediencia respetuosa, preparando la constitución de una jerarquía. Pedro y Juan se destacaron entre los doce, y en Los Hechos de los Apóstoles, en varias ocasiones Pedro habla en nombre de los demás apóstoles. Pero contrariamente a lo que se cree popularmente, fue Santiago, hermano de Jesús, de gran prestigio desde un principio por su parentesco con la familia del Mesías, quien se convirtió paulatinamente en jefe supremo de la naciente Iglesia de Jerusalén, en tanto que Pedro se limitó a ser un misionero itinerante. (Santiago, “el hermano del Señor”, como se lo llama en Los Hechos de Los Apóstoles, no debe confundirse con los apóstoles Santiago el Mayor y Santiago el Menor)

Muchos judíos no querían un Mesías que había sido ejecutado y había dejado a la nación esclavizada; querían un Mesías que se manifestase victoriosamente liberándolos de Roma. Los sacerdotes judíos del Templo de Jerusalén también vigilaban las actividades de la congregación para acusarlos de blasfemia a la primera oportunidad, por lo cual la Iglesia naciente dirigida por los doce predicó con prudencia, se dedicó a la reflexión, a buscar en los textos bíblicos profecías para probar que Jesús si era el Mesías anunciado, y  evitó todo tipo de choque con las autoridades del Templo.

En la primera mitad el siglo I, una importante proporción del pueblo judío vivía fuera de Palestina en colonias judías en las ciudades de la mitad oriental  del Imperio Romano. Estas colonias se llamaron la "diáspora" (dispersión), en las cuales la lengua habitual de la cultura y el comercio era el griego. Un  grupo de  discípulos de Jesús, judíos de lengua griega provenientes de estas ciudades, de horizontes más amplios que el de los humildes discípulos palestinos, creía que el Evangelio debía difundirse mas agresivamente sin importar lo que pensaran los  sacerdotes del Templo y llevarlo a todas partes, no únicamente a los peregrinos del Templo, al que consideraban una "cueva de ladrones" a la cual la comunidad dirigida por los doce daba demasiada importancia.

Alrededor del año 31, un provocador discurso contra el Templo y contra los sacrificios de animales dicho por Esteban, uno de los jefes del grupo de lengua  griega, causó su arresto y fue lapidado por blasfemo (fue el primer mártir de la  naciente Iglesia). Los demás miembros del grupo de lengua griega tuvieron que abandonar Jerusalén,  mientras los doce y su comunidad no fueron molestados. Esta diferencia de tratamiento muestra la distancia que separaba a los dos grupos.

Su expulsión de la capital no supuso la desaparición del grupo de lengua griega, que regresaron a sus ciudades de origen en la diáspora, propagando ardientemente  el Evangelio incluso entre los "gentiles" (los que no eran judíos), teniendo  éxito especialmente entre los griegos de la ciudad de Antioquía. En estas ciudades de habla griega los miembros de la nueva secta eran llamados los "mesianistas". La palabra griega que significa "el ungido" o "mesías" es "christos", de modo que los discípulos y seguidores del Mesías se conocieron como "cristianos", y lo que en hebreo habría sido "Josué el Mesías" se convirtió en la versión castellana de la forma griega: "Jesucristo".

Las actividades posteriores de los doce apóstoles es un tema que permanece en la oscuridad, con la excepción de algunos apartes la vida de Pedro. Los demás apóstoles apenas son mencionados en el ejercicio de su predicación, sin que se sepa el ulterior desarrollo de sus vidas. De Pedro mismo solo se destaca un relato de la conversión de un centurión, su mediación entre cristianos helenistas y judeo - cristianos en el concilio de Jerusalén, e información dispersa con la cual se podría presuponer que Pedro estuvo en Antioquía, en Corinto, y su muerte en Roma.



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